GENIO INDOMABLE

 

 

Sección de Derecho Procesal de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación

Este próximo lunes 19 de noviembre de 2013, estáis invitados en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, a las 19,30 horas, C/ Marqués de Cubas, nº 13, de Madrid, al acto in memoriam de D. Víctor Fairén Guillén -en la fotografía en el centro-, porque no siempre se tiene la oportunidad de asistir a rendir un último recuerdo a un Maestro del Derecho Procesal por excelencia.

Cuando oí hablar por primera vez de Víctor Fairén Guillén fue a través de un libro de Derecho, junto con procesalistas como Guasp o Carnelluti, era para mí entonces sólo un cita más en unos apuntes universitarios; en realidad, sus libros eran algunos de mis libros de consulta.

Le conocí en persona como profesor de Doctorado en la UAM donde era ya catedrático emérito de Derecho Procesal hacía años y se desvelaba como un genio indomable. En sus clases de Doctorado era, quizá como buen Académico correspondiente de la Real Academia de Historia, un magnífico relator de hechos y sabía tanto de Derecho Procesal que era un placer escucharle.

Académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y Presidente de la Sección de Derecho Procesal de la RAJyL, era un Maestro con mayúsculas, del que no voy a relatar su largo currículum, eso ya lo han hecho muchos y con gran acierto. Tan sólo referiré que en una ocasión tuve un volumen de unas 300 páginas en la mano y era su denso CV. Pensé, cuántos años tendré que vivir para tener un currículum así; pero, pronto me di cuenta de que la vida no se define por el grosor un currículum sino por cómo la vivimos y Fairén tenía un estilo peculiar.

D. Víctor trabajaba 25 horas al día, “a la japonesa” decía, y hasta el último momento sonaba su máquina de escribir siempre donde él estaba, su cabeza perfectamente lúcida luchaba cada día contra el cáncer; pero, no creo que haya cesado en su actividad creadora en ninguno de sus 92 años.

Candidato al Premio Príncipe de Asturias, y miembro de gran número de asociaciones de Derecho nacionales e internacionales, era crítico con la realidad cotidiana y en muchas ocasiones tenía un carácter de mil demonios. La diplomacia no era su fuerte, es verdad. Recuerdo en una ocasión en que cierto ministro le llamó para pedirle que como experto le asesorara durante un viaje en avión para así preparar una reunión donde tenía que hablar sobre un tema procesal de máximo interés, y su respuesta fue una rotunda negativa a la que añadió: “Si es Vd Ministro, al menos culturícese”.

No le importaba no hacer amigos en las altas esferas porque su vida estaba unida a la investigación científica, a la creación de publicaciones, a impartir conferencias y en definitiva a expresar libremente sus pensamientos, especialmente en Derecho Procesal donde era capaz de unir la vida diaria con una lógica creativa única. Siempre crítico, agudo en su sentido del humor, y con esa magnificencia creativa de la que sólo gozan los genios.

Miembro del Tribunal de las Aguas de Valencia, en el largo tiempo en el que tuve el honor de aprender del que también fuera mi director de Tesis doctoral -la última que dirigió- ,  D. Víctor demostró siempre la lúcida irreverencia de un libre pensador, y la generosidad de un sabio jurista, aprender del mejor procesalista e investigar codo a codo en la Sección de Derecho Procesal en la Real Academia ha sido para mí un magnífico regalo intelectual.

Vocal Permanente de la Comisión General de Codificación, tuvo una vida llena de curiosidades y marcada por su incesante deseo de investigar cada día un poco más, “Doctora Sanjurjo, será pronto una magnífica Académica de número porque no deja de aprender”, y es que él seguía aprendiendo cada día ajeno al paso del tiempo que marcaba en su reloj biológico la cercanía a la centuria.

Anécdotas miles, recuerdo una ocasión que le dejé una documentación en el mismo maletín en el que la llevaba y que tenía clave, la  anulé situándola en “000” para que no tuviera problemas y así se lo expliqué. Cuando en septiembre pasé a recogerla me dijo que no había podido verlo porque “Beatriz, me ha dejado Vd. un maletín endiablado”. Y es que claves y tecnologías no eran muy amigables para él. Llamaba a los ordenadores “máquinas infernales”, y defendía la eficiencia de un lápiz frente a la de esa pantallas de ordenador tan malignas para la salud.

Un Quijote en la época actual luchando contra gigantes como el uso de Internet; pero, imbuido no por los libros de caballería sino por la más pura esencia del Derecho Procesal, donde sus conocimientos son la gran herencia que nos ha dejado a todos. Personalmente, como Vicepresidenta 2ª de la Sección de Derecho Procesal de la Real Academia que él presidía puedo dar fe de que nunca ha cesado en su actividad creativa, convirtiéndose en un verdadero ejemplo para la investigación española de las ciencias jurídicas y sociales.

Miembro de número del Instituto Español de Derecho Procesal usaba siempre su antigua máquina de escribir para dar forma a sus publicaciones, con una o dos letras siempre descabaladas, como las que en las novelas de Agatha Christie ayudan a descubrir al asesino que escribió una nota con una letra torcida. Un personaje genial y anticuado en sus métodos, odiando la tiranía de las nuevas tecnologías que vulneraban su derecho a no entrar en la era digital; pero, valeroso en sus ideas e irreverente frente a todo, lo que, sin duda, exige un alto grado de valentía. Activo hasta la saciedad y con una mente brillante, crear tecleando en su máquina era la parte más visible de su profundo e incesante genio intelectual que a veces destacaba con una sonrisa.

Hoy, si cerramos los ojos y nos concentramos en alguno de los pasillos de la Real Academia dicen que se oye el teclear de su vieja máquina Olivetii como un eco desde el Cielo, proviene del mejor procesalista del siglo XX y principios de XXI que sigue trabajando a la japonesa  y dando rienda suelta a su genio indomable allá donde se encuentre. Descanse en Paz.

Recuerda, este lunes 19 de noviembre en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, a las 19,30 horas, en la calle Marqués de Cubas, nº 13. Allí nos vemos.

Sección de Derecho Procesal (Fairén Guillén a la derecha de la fotografía)

 

 

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