Secretos del Tribunal Supremo (II): La curiosa historia que motivó su construcción.

 

 

 

 

El edificio que aloja al Tribunal Supremo en la ciudad de Madrid, está en la Plaza de la Villa de París, y guarda una historia de amor y odio que dio lugar a su construcción.

Se encuentra ubicado muy cerca del Paseo de Recoletos, el que alineado a continuación del Paseo de la Castellana y seguido por el Paseo del Prado, forman esa columna vertebral de la ciudad de Madrid; pero, aquel no fue siempre un sitio tan céntrico; pero, sí donde se decidió ubicar un Palacio que nace de una historia que pocos conocen.

El paseo de Recoletos toma su nombre de un antiguo convento de monjes recoletos que tenían su monasterio en lo que ahora es el conocido Paseo. Cuando se construyó el Palacio que ahora alberga el Tribunal Supremo la zona que le rodea eran caminos sin asfaltar, sólo tierra transitada por carruajes tirados por caballos y por ciudadanos de a pié -que eran por aquel entonces, la gran inmensa mayoría-, un lugar rodeado de conventos y zona de paseo a cierta distancia del Palacio. Real.

Reinaba entonces Fernando VI, quien contrajo matrimonio por conveniencia con Bárbara de Braganza, de origen portugués. La joven reina desde un principio se llevó tremendamente mal con su suegra, Isabel de Farnesio; pues, ambas mujeres  eran de porte y carácter totalmente diferente.  La recién casada ante esas malas relaciones con la madre de su esposo, y temerosa de que su enfermizo marido falleciese pronto, mandó construir este edificio palaciego para así elegir por ella misma el lugar en que residiría por obligación cuando quedase viuda, lo que se prometía un hecho seguro y cercano.

La finalidad hasta que llegase ese día era la de albergar un colegio regentado por monjas salesianas -de ahí el popular nombre del edificio de las Salesas con el que se conoce al Supremo-; un Convento, cuya planta arquitectónica se mantiene idéntica  hoy, con dos patios interiores donde las religiosas cultivaban sus frutas y hortalizas, con una adyacente iglesia, en el mismo cuerpo arquitectónico, la conocida iglesia de Santa Bárbara; pues, también eligió dedicar el templo a la santa que le daba nombre.

Allí las jóvenes de buena familia serían educadas por las monjas, y Bárbara de Braganza quería cuando enviudase, no que la recluyeran en un convento lejano dadas las malas relaciones que la unían a su suegra; sino, que ella misma elegir el lugar y retirarse a aquel Palacio, colaborando con las labores educadoras del Convento.

Pero, sus planes fracasaron. Contrariamente a lo que se pensaba ella falleció antes que su marido y nunca vivió viuda ni enclaustrada en ese convento-palacio edificado a su medida y capricho para su retiro.

En la época de su construcción la peste azotaba la Villa de Madrid y no fue visto con buenos ojos por sus habitantes aquel gasto monumental, el de un Palacio tan a las afueras de Madrid, en pleno campo, y sólo rodeado por perros flacos y hambre, que se construía por y para el puro capricho de la nueva reina portuguesa.

Las malas relaciones suegra y nuera se mantuvieron sin variar de por vida, hay quien dice que incluso más; pues, a fecha de hoy, las escaleras principales que acceden a la Sala II del TS, desde la planta de las antiguas Audiencias, está presidido por un cuadro de Isabel de Farnesio; y sin embargo, la escultura de Bárbara de Braganza, que falleció antes que la madre del Rey, está en el exterior, en el centro de la Plaza de la Villa de París, frente a la entrada principal del edificio, no hay ningún retrato ni monumento suyo dentro, porque según dicen era mutuo y conocido el sentimiento de que ni muertas desearían estar juntas.

Los cuerpos de Fernando VI y de Bárbara de Braganza, fueron enterrados  en aquel edificio, en la zona del la Iglesia del Palacio, la de Santa Bárbara, porque pese a que se trató de un matrimonio de conveniencia, finalmente se enamoraron y su deseo fue permanecer juntos  allí y eternamente; por eso, son los únicos reyes que no están enterrados en El Escorial, como es tradición; sino en lo que hoy es el centro de Madrid, donde antaño sólo hubiera un descampado del que surgió por orden de la nueva Reina tan formidable Palacio, hoy sede del Tribunal Supremo.

 Y si te preguntas, cómo y cuando un Convento-Palacio se convirtió en sede de un Tribunal, te diré, que eso, es otra historia digna de otro post.

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