Prensa vs la imparcialidad de los miembros del jurado

Para los jurados cada vez es más difícil no haber tenido noticia alguna del caso antes de emitir su veredicto

Uno de los aspectos más importantes en donde radica la repercusión de los medios de comunicación en el proceso es en la apreciación de las pruebas por parte de los miembros del jurado.

Para elaborar un veredicto de culpabilidad es necesario que no exista ninguna duda razonable en favor de la inocencia, porque si ésta existe, la presunción de inocencia obliga a absolver.

Para analizar si existen o no indicios de culpabilidad el jurado se ha de basar en las pruebas, y es precisamente en este punto donde, la relevancia de la publicidad mediática que rodea al juicio puede incidir negativamente en el mismo.

El derecho a la información es un derecho constitucional; pero, también lo es la presunción de inociencia. El problema se plantea en establecer los límites en esa colisión de derechos.

Los reportajes de opinión sobre un caso judicializado en los medios de comunicación, así como la presentación de hechos llegados al conocimiento de los periodistas, si no están lo suficientemente fundados como para presentarse en el  proceso como elementos válidos de prueba, pueden producir en el juicio una influencia no deseable en aras a la imparcialidad de los jurados.

La mayor repercusión negativa en la presunción de inocencia hace referencia a noticias, hechos o circunstancias tratados por los diarios escritos, digitales, de radio o en las pantallas de los informativos que constituyen pruebas inadmisibles; ya que los miembros del jurado solamente han de considerar las pruebas presentadas en el proceso como válidas.

La difusión de testimonios, declaraciones, u opiniones de peritos en programas mediáticos puede, sin duda, afectar a la idea que sobre el caso pueden tener los ciudadanos que serán designados como jurados en los días o meses siguientes.

En estudios realizados sobre jurados norteamericanos se ha podido comprobar que los jurados no pueden ignorar la información que han recibido; incluso cuando el juez les instruye y les ordena que no la tengan en cuenta.

A veces, como decía Bentham las órdenes pueden darse a la voluntad pero no al conocimiento.

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